Las bodas de plata del Festival de Otoño

Las bodas de plata del Festival de Otoño

Nació en el año 2000 y un cuarto de siglo después, una de las citas culturales más ensoleradas de la capital de la provincia sigue haciendo ruido. De la mano de su creadora, la exconcejal Cristina Nestares.

“Vaya, queden ustedes con Dios; con Dios, Raimunda”. Estas son las palabras bautismales del Festival de Otoño de Jaén. Pertenecen a La malquerida, de don Jacinto Benavente, obra escrita hace ahora cien años con la que la cita cultural jiennense que en 2024 cumple sus bodas de plata inició su camino sobre las tablas del Darymelia.

Era un 23 de septiembre de 1999 y al frente del elenco artístico, la castiza Nati Mistral en el papel de Raimunda, la protagonista de este drama en tres actos y en prosa, dirigido por Joaquín Vida, que llegó al coqueto teatro jaenero para inaugurar un programa a la sazón incipiente y, a día de hoy, pleno en su carácter consolidado. 

Pero, ¿cómo, por qué y para qué se hizo realidad este ciclo? De la mano de quien es considerada su ideóloga y principal impulsora, la exconcejal popular Cristina Nestares, Lacontradejaén repasa este sábado las memorias del Festival de Otoño de Jaén

INSPIRACIÓN GRANADINA

Un ¿”por qué no en Jaén?” fue el germen del festival, según explica Nestares a este periódico. Granadina de nacimiento aunque afincada en el Santo Reino desde hace décadas, la exprofesora de la UJA pensó que la capital también merecía un acontecimiento como el de su patria chica y se puso manos a la obra: “Allí teníamos el Festival Internacional de Música y Danza, y quise que los jiennenses levantaran su ego y su autoestima”, comenta. 

Una inspiración con la que se pretendía dar respuesta al “ansia de cultura” (en sus propias palabras) que tenía la gente de Jaén” y que rápidamente buscó en el asesoramiento de terceros un camino que seguir: 

“Pregunté a una de las personas más cultas de Jaén, Domingo Moreno Medina, entonces jefe de márquetin de El Alcázar, y él me recomendó a Diego Martínez, de Úbeda, funcionario allí en Cultura; fui a verlo a un concierto de Mike Olfield y en un descanso me presenté y le hablé del proyecto, le ofrecí contar con él y me dijo que sí”. Era el mes de enero del año 2000. 

Según Nestares, al frente de Cultura en 1999 con Miguel Sánchez de Alcázar como alcalde (a quien agradece su “total confianza”), “confluyeron dos cosas fundamentales” para que el festival enfilara una senda sin retorno: “Supe escoger a un magnífico gerente (estuvo conmigo de 2000 a 2007), con una espléndida agenda, ya era presidente de los ‘Amigos de la música’ y se juntaba con alguien como yo, con mucho entusiasmo por elevar la cultura jiennense”.

Así comenzó todo, y entre la solvencia organizativa de Martínez y la pasión de Nestares, el sueño se hizo realidad más pronto que tarde. No sin esfuerzo, eso sí: 

“Creo que fue la primera vez que el Ayuntamiento salía a la calle a buscar patrocinadores, había muy poquito dinero entonces. Así lo hicimos, llegamos al Inaem, del ministerio; el propio Ayuntamiento, la Diputación, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y, sobre todo, empresas privadas; yo no tengo noción de que antes de esa vez se hiciera esa colaboración público-privada en la cultura de Jaén”, apostilla.

Una lista a la que se unieron, sin reparos, un buen número de entidades financieras (La Caixa, CajaGranada, Unicaja, Caja de Jaén, Cajasur…, recuerda la ‘madre del festival’) e instituciones como la Cámara de Comercio, la Fundación Cruzcampo, el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, las empresas municipales (Acqualia, Somuvisa, el Programa Urban) y la Universidad.: “Tuvimos suerte, no sé si fue por el entusiasmo que teníamos o por la programación tan buena que llevábamos”, celebra. 

Con la mayoría de las actividades concentradas en el Darymelia y el aula magna de la Universidad, poco a poco el festival fue descentralizándose en favor de calles, edificios emblemáticos y rincones de la ciudad regados por un programa cada vez más ambicioso. 

“Empezamos a traer a las mejores orquestas, más de veinte; la Sinfónica Arturo Toscanini, dirigida por Lorin Maazel, que vino dos veces; la Sinfónica Nacional de Lituania, con Rostropovich de solista; la Orquesta y Coro Nacional de España, varias veces; la Sociedad de Cámara de Nueva York, la Filarmónica de Roma, de Países Bajos, el grupo I Musici, la Filarmónica de Siberia; Letonia, Ucrania, Frankfurt…”, enumera Cristina, quien puede presumir de conservar todos y cada uno de los catálogos de las veinticinco ediciones celebradas hasta ahora. 

Por otra parte, se fueron incorporando ciclos de diferentes disciplinas artísticas entre las que encontraron hueco (y amplia respuesta de público) los Paseos Literarios, Poetas en el festival o las rutas por las caserías, en cuya organización se esforzó el trabajador municipal Juan de Dios de la Calzada, señala Nestares. 

Fruto de aquella iniciativa, por ejemplo, fue la colocación de una placa conmemorativa en la casa jiennense en la que vivió, unos meses, el poeta Miguel Hernández, en la calle Llana, rótulo que aún sobrevive en su fachada junto a otro, más reciente, con el que mantiene una singular contradicción cronológica. Era 2003.

En el ámbito del teatro, la exconcejal evoca la presencia en las tablas locales de figuras de la talla de María Galiana, Maribel Verdú, Analía Gadé, Nuria Espert, Amparo Rivelles, Cayetana Guillén Cuervo, Gemma Cuervo, Verónica Forqué o El Brujo, en diferentes comparecencias. 

La ópera también ha sido uno de los puntos fuertes de la cita, con divas y grandes del género lírico como Teresa Berganza, Monserrat Caballé, Ainhoa Arteta, Barbara Hendrix, Carlos Álvarez, María Bayo o el mismísimo José Carreras.

Ara Malikian y su peculiar concepto de la interpretación violinística, el jazz de Chano Domínguez, Bebo Baldés, Michel Camilo y Tomatito o la jondura de Enrique Morente, Esperanza Fernández, Manolo Sanlúcar y el Ballet Flamenco de Andalucía, por citar solo algunos nombres propios. 

“El ballet de Víctor Ullate aguantó la lluvia con el agua hasta las rodillas en el auditorio [otro de los escenarios del festival], fueron muy profesionales”, aplaude la exprofesora universitaria, que en el campo de la danza aplaude igualmente las actuaciones del Ballet Nacional de España, la compañía nacional de Nacho Duato, Sara Baras, Cristina Hoyos…

PUNTO… Y SEGUIDO

Pero no todo fue, siempre, viento en popa, no. “En 2007, con la llegada de un nuevo equipo de Gobierno, el festival entró en un periodo de declive y terminó diluyéndose; en 2011, cuando volví, costó mucho remontar”, asegura.

Con Diego Martínez ya en otras latitudes y quehaceres, aunque nunca alejado del todo del festival, la cita continuó adelante de manos de los distintos concejales encargados del área, a los que Nestares dedica palabras de reconocimiento: “Cada uno ha ido aportando para hacerlo crecer”, y resalta por ejemplo las residencias artísticas en el teatro Infanta Leonor.

Sin embargo, el sentimiento de la granadina-jiennense es filial hacia el Festival de Otoño: “¡Hay que ver lo que ha crecido, pero me siento muy orgullosa y muy contenta de que continúe, porque creo en él y porque fue fundamentalmente para Jaén, para convertir la capital en referente provincial y andaluz”. Y concluye: “La edición de este año está muy bien”.

UNA ASOCIACIÓN ‘AL QUITE’

Casi al mismo tiempo que nacía el que ahora cumple cinco lustros veía la luz, también, la Asociación de Amigos del Festival de Otoño. Un colectivo creado para arrimar el hombro y apoyar al festival, cuya primera e ilusionada presidenta fue Luisa María Gutiérrez. 

Andando los años la entidad trocaría su amistosa denominación para dejarla en Asociación Cultural del Festival de Otoño de Jaén, al frente de la cual se halla otra exedil de aquí, Josefa Martos; Nestares la vicepreside y Encarnación Ballesteros se encarga de la tesorería. 

“Somos cuarenta y tantos socios, que ayudamos económicamente en la medida de nuestras posibilidades”, aduce la vicepresidenta de un colectivo que sirve, además, de cauce para el apoyo monetario que otras entidades procuran al festival, según Nestares. 

En plena celebración de la cita, que arrancó el pasado 19 de septiembre ante la Catedral con el espectáculo operístico La carroza del Real y que abarcará hasta diciembre, un recorrido (breve) por su historia deja claro que lo tiene todo para volver a ocuparse de él en 2049.

FUENTE: LA CONTRA DE JAÉN

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