Escucharle, entre otras, la historia de Fernanda López, «la rubia», su bisabuela, de la que heredó el color de pelo y que era de Valdelaguna, un pueblo al lado de Chinchón, el mío. Y de Carolina Gómez, costurera, la abuela que cuidó de su infancia como Natividad López, sus labores, cuidó de la mía.